No tenemos problemas de pareja, tenemos conflictos de infancia y culturales no resueltos que afectan en nuestras relaciones.
Cuando éramos pequeños nuestro bienestar dependía de las figuras adultas que estaban a nuestro cuidado, nuestras necesidades básicas y emocionales dependían absolutamente de ellos. Si no nos cuidaban nos moríamos, si ahora en la adultez nuestro bienestar sigue estando en manos de otro adulto es porque seguimos esperando que alguien de fuera nos de lo que no tuvimos, talvez hubo carencias, cosas que nos faltaron o sobraron, padres ausentes emocionalmente, que se fueron o fallecieron, o había discusiones, gritos, exigencias que mermó el tiempo de calidad, padres o madres hiper estresados por el trabajo de fuera de la casa o de dentro, al cuidado de otros hijos o de familiares mayores, padres rígidos, autoritarios, severos, infantilizados, etc. que no validaron nuestras emociones y no pudimos sentirnos amad@s por quien éramos si no por lo que hacíamos, y aprendimos a mentir para no ser castigados, a buscar escusas rápidamente, defendernos, no mostrarnos como somos, …
O al contrario, padres o madres permisivas, sobreprotectoras que generaron un sentimiento de incapacidad y de dificultad de tomar decisiones. Hubo muchas cosas que pasaron en esa época que quedaron sin satisfacer, generando unas heridas, traumas, inseguridades, carencias y creencias, miedos, apegos, o incluso necesidad de tener relaciones superficiales, distantes por miedo a la cercanía y la intimidad como forma de autoprotección… Y todo esto en muchos casos es inconsciente porque se forma en una edad muy temprana o incluso en la adolescencia y traducimos esas actitudes como «YO SOY ASÍ», lo cual limita nuestro crecimiento pues nosotros en realidad no somos así, nosotros somos proceso, VAMOS SIENDO, pues tenemos la capacidad de transformar el dolor en sabiduría.
No tienen que ser malos tratos físicos, palizas, gritos o abusos sexuales lo que nos generó esas heridas, normalmente son las cosas de la cotidianidad lo que nos afectó, cosas muy invisibles.
Lo bueno es que ahora lo podemos resolver, porque tengo una buena noticia para ti: AHORA HAY UN ADULTO/A QUE PUEDE HACERSE CARGO y ese/a eres tú dándote todo lo que no te dieron.
No estoy hablando de juzgar o culpabilizar a las personas que nos criaron, no, ell@s como tú, son seres humanos, que han venido a aprender y que son hijos de una cultura y una educación que también les afectó, pero sí puedes responsabilizarte tú de darte todo lo que te faltó y de sanar todo lo que generó esos conflictos por los que atraviesas.
¿Cómo saber si son temas de infancia lo que duele?
- Si pones tu bienestar en manos de otra persona adulta
- Si tratas de cambiar a tus padres, pareja o amigos para que se comporten como a ti te gustaría.
- Si culpabilizas las actitudes de los otros en lugar de hacerte cargo de lo que te duele o molesta a ti.
- Si te desdibujas en una relación.
- Si no puedes poner límites.
- Si dominas o te sometes en las relaciones,
- Si peleas por tener la razón.
- Si compites para ser mejor que tu pareja, tener más, saber más, hacer más, poder más (es decir, hacer de menos al otro).
- Si ante un enfado te vas dando un portazo, o te callas y esperas a que el otro se de cuenta de que te ha molestado algo, si bloqueas o cuelgas el teléfono a la otra persona o te ausentas silenciosamente por no saber gestionar tu enfado.
- Si tienes miedo al abandono.
- Si al inicio de las relaciones lo das todo pero luego enseguida te cansas y tienes que dejar la relación.
- Si tienes necesidad de agradar a todo el mundo, de sentirte deseado, especial, importante.
- Si no puedes estar sol@ y saltas de relación en relación.
- Si tienes miedo a la entrega..
- Si usas la infidelidad para no decirle a la otra persona lo que te pasa o dejar esa relación por miedos.

- Si pasas por una depresión.
- Si no puedes mostrarte tal como eres por miedo a ser rechazado.
- Si antepones las necesidades de los otros a las tuyas.
- Si reclamas al otro que te de: Es que tú no me cuidas, no me amas, no me llamas, no me preguntas, no me, me, me….
- Si hay maltrato y aún sigues allí.
- Si has dejado de sentir.
- Si hay sufrimiento.
- Si eres dependiente emocional de tu pareja o hijos
- Etc.
Nuestro compañero/a es aquella persona que por el hecho de haber volcado en él/ella nuestros afectos es quien más nos puede tocar nuestras heridas, ¿y por qué es así? Porque después de nuestros padres es la persona con quien volcamos todos nuestros afectos, expectativas, miedos, deseos o necesidades inconscientes.
Un niño herido en su autoestima no deja de amar a sus padres, deja de amarse a sí mismo.

La terapia es el lugar donde uno darse cuenta de cuándo y cómo aprendió esas conductas, cuándo se formaron esas heridas y proporcionarle herramientas para que puedan ser aplicables desde el primer día.
Haciendo terapia pueden llegar a ver que ese es el modelo aprendido de sus padres pero que pueden aprender a hacerlo distinto y por tanto a disfrutar de otro tipo de relaciones creando una relación a la medida de ambos, lejos de cómo marca la cultura o sociedad.
Somos presos de nuestro pasado y la finalidad del conflicto es siempre el de sanar.
Una relación se construye con el tiempo y amar es un verbo que se demuestra con hechos…
¿Cuáles son los conflictos principales por los que acude una pareja al centro?
- Falta de comunicación
- Infidelidad
- Adicciones de uno de los miembros: drogas, alcohol, sexo, servidoras de sexo, pornografía, juego, compras, etc.
- Conflictos derivados de la sexualidad
- Celos, envidia, miedo al abandono,…
- Depresión o enfermedad de alguno de los miembros
- Maltrato
- Dinero
- Familia de origen

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