Hoy quiero hablarte de por qué nos cuesta tanto comunicarnos… Tengo varias opiniones, una de ellas es que cuando hablamos creemos que somos poseedores de la verdad cuando tal verdad no existe, existe mi interpretación de la realidad pero no la verdad absoluta, o en todo caso existe tu verdad y mi verdad.
Ahora bien, para que una comunicación nutra el vínculo con la otra parte, lo que importa no son nuestras creencias si no el grado de apertura a aceptar las creencias de los otros, escuchar queriendo entender, queriendo comprender, queriendo aceptar y queriendo respetar (ECAR) pero sobre todo queriendo escuchar con la curiosidad de un niño, hacer preguntas. Por ejemplo, cuando tu pareja dice que se siente maltratada por ti en algunos momentos tú puedes ponerte a la defensiva con lo cual nadie se defiende si no es que se ve acorralado por la “verdad” o puedes tener curiosidad y hacer preguntas del tipo, “a ver, cuéntame en qué situaciones o momentos yo hago eso que hace que tú te sientas mal tratad@, no quiero que te sientas así y si es algo que yo hago inconscientemente me gustaría saberlo para poder corregirlo, por ejemplo, ¿qué día lo hice, qué te dije, cuál era mi tono? ¿Puedes avisarme la próxima vez cuando lo esté haciendo para poder darme cuenta en el mismo momento?” Eso es escuchar con interés y con ganas de mejorar la relación… Aplicable a todos los tipos de relaciones.